lunes, 31 de octubre de 2011

Entrevista de Noche








Noche infinita es el nombre con el cual entró a formar parte del nuevo concurso televisivo ‘Sobrevivientes en Paradela’. Después de seis meses de convivencia en una finca perdida de Ourense, con otros concursantes como Ana, José Vte, Aro, Reyes, la escritora Mercedes Pinto, o Mamé, entre otros, habitantes todos ellos de la diversa geografía española, Noche salió ganadora de unas hermosas vacaciones que ahora disfruta en el norte de España, concretamente en Galicia.


(Noche al inicio de la Entrevista)

Nos recibe en el lugar de sus vacaciones, tendida en una hamaca, con ropa fresca y cómoda. Practicamente hacemos toda la entrevista en el mismo lugar, porque ella prefiere la naturalidad.
P.-Cuéntanos Noche, ¿cómo te sientes tras haber ganado el concurso?
-Estupendamente. Al principio pensé que no podría, que acabaría muy cansada, que no tenía posibilidades, pero me aferré a la tomatera y ella me dio la victoria entre mis compañeros y compañeras.
P. -¿De dónde conseguiste las semillas para plantar los tomates?
-Esa es la pregunta del millón. Y no sé si contestarla.
P.- Por favor, Noche, nos interesa saber los entresijos de tu victoria. Y los lectores también quieren saber, cómo se te ocurrió plantar los tomates, esconder la planta y sobrevivir cuando ya no quedaba alimentos.


(Esta es la planta de tomate con la que ganó el concurso 'Sobrevivientes en Paradela')
-Fue sencillo. Al principio, cuando teníamos alimentos, yo me guardé un tomate en el bolso. Y pensé que tal vez, si enterraba el tomate en un lugar apartado las semillas germinarían con la tierra. Sinceramente le di pocas posibilidades, pero al final salió la planta y me alegré. Tuve mucha suerte, y cuando salieron los tomates fue suficiente para resistir, porque me alimento como un pajarillo y me ayudaron a sobrevivir… y ganar, claro.


(Pillados in fraganti Abel San Martín y Noche montando a caballo)

P.-Dime Noche se te ha visto en compañía de Abel San Martin, famoso ganadero, y famoso por sus grandes conquistas, se ha rumoreado que hay un romance entre vosotros ¿Qué hay de cierto en todo esto?
Al escuchar nuestra pregunta, Noche ríe a carcajadas y ya más serena nos contesta.
-De cierto no hay nada. Abel es un gran amigo mío. De hecho nos hemos visto en algunas ocasiones porque le he comprado un caballo. Me encanta montar.




(Montando a caballo, uno de los placeres de Noche)


P.-Las malas lenguas dicen que ha sido un regalo.
-¿Un regalo? ¿Por qué y para qué?
P.-No sé ¿tal vez por tu cumpleaños?
-Para nada, eso es un disparate. Abel tiene novia.
P.- ¿Y qué tal tus vacaciones?
- Estupendamente. No me ves, disfrutando.
P. -¿Tienes algún recuerdo especial del paso por el concurso?
-Sí… uno muy especial. El equipo de televisión nos trajo a la dueña de la finca donde se llevó a cabo el concurso, y la señora nos trajo unos platos de potaje riquísimos. Estuvo bromeando con nosotros. Fue deliciosa.
P. -¿La comida o la señora?
-Jajajaja. Las dos cosas.


(Plato de comida de la dueña de la Finca Paradela)

P. -Ya acabamos Noche ¿quieres mandarle un mensaje a tus compañeros del concurso, esos que ahora mismo te estarán envidiando por lo bien que se te ve.
-Por supuesto. Decirles que en cada cosa que hago, y en cada rato que soy feliz pienso en ellos y en ellas, y sobre todo en ellas. Y que les mandaré un souvenir a cada uno y a cada una. Palabrita de Noche.

(Al final de la entrevista con su perrita Perdi)


Fotografía: Mª Jesús Fuertes
Reportaje: Venus de la Brisa Fresca.

sábado, 29 de octubre de 2011

Luna Llena (Concurso de Paradela)

(Foto de María Jesús Paradela)

Miro ese punto luminoso en mitad del espacio. Ese punto solitario que flota entre resortes y fija la pupila; detenida para perderse en la distancia. Ese punto lejano que trata de poner acento a esta soledad como un espejo de agua, sin estrellitas chispeantes que bailen alrededor.

Extiendo la mano al mirarla, y la luna se muestra como canica brillante sobre mi palma, y ésta, rueda hacia el interior de mis pensamientos, buscando la cara oculta de mis contornos.

La sostiene el velo de la noche, mientras me recojo en un halo sobre mi cama. Si ayer me daba miedo su blancura redonda en el firmamento, hoy me nutre su imagen poderosa; porque me alimento de sus hilos, de su fuerza rotatoria, de su esbelta figura, de su rostro cambiante a través del tiempo.

La observo desde mi pequeñez humana y bien podría ser ella el ombligo del universo, la retina del cosmos, una perla de nácar en este vacío presente.

La buscaré en el cielo a pesar de sus bordes menguados cada vez que la encuentro, hasta ser diáfana y limpia, para comenzar una nueva luna creciente, que llene de luz el círculo que me abotona este sencillo modo de mirarla.


miércoles, 26 de octubre de 2011

Los amigos de Gadafi

Gadafi fue un asesino, un cabrón, y un hijo de puta, pero en vida tuvo muchas amistades bastantes influyentes, y sin distinciones ideológicas. Ahora todos alaban que esté muerto y se frotan las manos. Todos hemos visto en los medios de comunicación esa masa ¿humana? linchando a un personaje que se quedó solo. Pero después de tantos honores cuando aún vivía, ha muerto igual que un perro. Ninguno de sus 'amigos' fue al entierro. Y es que el protocolo es el protocolo. Lo politicamente correcto hace que todas sus amistades le besaran el culo, a pesar de todo. Y hay un amplio abanico de amigos que lo hicieron. Desde aquí les doy mis más sincero pésame.


lunes, 17 de octubre de 2011

Manifestación en Jaén 15-O

Breve resumen de la manifestación en Jaén.

viernes, 14 de octubre de 2011

5. El paraguas



Pero a veces con el tiempo las nubes chocan unas con otras haciéndose oscuras y vengativas, y aparece la tormenta que atraviesa el cielo con sus rayos. Y eso, es lo que ocurrió; un vendaval de celos que rompió todas las nubes con sabor a tierra mojada. Pronto llegaría también la lluvia empapando los recuerdos, traspasando su ropa, dejándola sola y fría; arrinconada por sus emociones que, le hacían sentirse desnuda y vulnerable. Así rodeaba su cuerpo con los brazos para sofocar la tiritona de la soledad; ese vestido grande por el cual se escapaba el calor y la vida.
Entre sus pertenencias apareció aquel paraguas, que en un principio no supo quién lo olvidó o quién lo dejó en casa y, lo abrió para esparcir los colores en el campo, para resguardarse de todo y sentirse protegida. Conservó el paraguas desde aquella vez que se cobijó de los celos.
Ese sentimiento tan humano y tan atroz que, fue apoderándose de Martín convirtiéndolo en un coleccionista posesivo, obsesionado en aferrarse a sus íntimos deseos o capturar los sueños más privados y encerrarlos bajo una cortina de silencio. Al principio, ella pensó que se trataba de un juego, tal vez, un poco absurdo, pero después de aquella conversación que mantuvo con él en el pasillo del instituto, descubrió que su terquedad iba más allá de un simple divertimento.
- ¿Cómo has podido sonreírle así a Marco? Le has brindado esa sonrisa que me ofreces tú cuando voy a verte a casa de tus padres, o cuando quedamos para ir al cine, o cuando hacemos el amor… Le has regalado esa sonrisa brillante tan mía, tan de nadie más. Debiste ofrecerle esa otra que utilizas conmigo cuando no te crees del todo lo que te cuento, o esa otra expresión algo cínica, que me desarma cuando te burlas de mí. Pero no. Le has ofrecido, la mejor de tus sonrisas, a ese mequetrefe.
- Debes estar bromeando, Martín. Dime por favor que, es una broma, porque si no lo es, es lo más estúpido que acabo de escuchar en mucho tiempo. No me digas qué tienes un catálogo de todo lo que hago…- estaba tan enfadada que elevó su tono de voz para preguntar- ¿también has catalogado mis enfados? ¿El tono de mis gritos? Porque si eres capaz de leer la expresión de mi cara, está de aquí, podrás distinguir sin esfuerzo si estoy cabreada o muy cabreada.
-Estás… muy enfadada.- musitó el joven.
-Muy bien. Ahora mírame y dime, si este gesto también te pertenece.
-No.
-¿No? – Alma contrajo tanto su cara que bien podía haberla dibujado con la expresión de aquel momento, pero se contuvo de coger un lápiz y plasmar ese ademán tan agrio.
-Yo sólo guardo tus sonrisas, las dibujo, las tengo todas aquí, mira – le dijo de una forma casi infantil mientras sacaba una libreta con los dibujos hechos a lápiz, y debajo de cada trazado había anotado una descripción del momento y el lugar donde surgió la expresión. Alma, le miró entre sorprendida y alarmada por ese descubrimiento que no pudo describir con facilidad.
Ella misma sintió una punzada en el estómago cuando descubrió otros cuadernos de dibujo en la habitación de Martín unos días después; dibujos de ojos y miradas, de labios y sonrisas, de manos y gestos, dibujos que no eran suyos, dibujos que pertenecían a otras mujeres que conocía, algunas eran amigas suyas. Miró todos los cuadernos, para ver toda la colección de aquellas pequeñas cosas que pueden pasar desapercibidas, pero que pertenecen a la idiosincrasia personal de aquellas mujeres dibujadas. En ese instante, se le mezclaron las emociones como un coctel de nubes blancas y negras; sentía admiración por el artista que pudo captar la belleza de unos ojos o de una sonrisa, por otra parte, pensó en la obsesión de él con sus propios gestos y el sentimiento que le puso a sus palabras sobre la pertenencia de sus expresiones. No supo que pensar, sólo percibió que algo se había movido en su interior y quería salir, salir de la habitación y de la casa, porque viendo los bocetos comprendió a Martín y conoció los celos, o eso pensó, porque los reconoció como sentimientos extraños y nuevos en ella. No era la única en su vida, ahora lo sabía, lo acababa de descubrir. Ante la evidencia y el descubrimiento se le ocurrió abrir el paraguas, el primero que tuvo a mano, de tonos rojizos, que en principio desconocía de quién era, lo desplegó y se quedó dentro imaginando que, los celos se quedaban fuera, que los celos era una lluvia que calaba hasta los huesos y necesitaba resguardarse de esos pesares, de todos aquellos dibujos que no eran de ella y dejarlos fuera. Mientras llovía debajo de sus ojos, apareció Martín de vuelta de su partido de futbol, y la vio, allí sentada, en el suelo junto a sus cuadernos de dibujo bajo el paraguas abierto.
-No debiste fisgonear entre mis cosas. –dijo el joven que entró en la habitación con la ropa deportiva sudada, el pelo húmedo y revuelto.
Ella permaneció impasible, quieta, con la mirada perdida, hasta que giró la cabeza y cruzó su mirada con la de él.
-¿Todo esto también te pertenece? -Le preguntó, limpiándose las lágrimas con la mano que le quedaba libre y después señaló los cuadernos.
-Son míos, así que me pertenecen.- sentenció Martín.
Alma quedó callada, se incorporó aún con el paraguas abierto, lo cerró, lo puso cerca de los cuadernos, se levantó la falda de forma mecánica, se bajó las bragas y se las tiró.
-Esto también te pertenece, así que quédatelas como recuerdo.
- ¿Pero qué haces?- preguntó a la vez que apartaba la prenda de su rostro. Y recordó a esa niña imprevisible que utilizaba todos los recursos que tuviese en su mano para defenderse o para sorprender.
- Nada, Martín. No quiero nada tuyo. Desde hoy, desde este momento, entre tú y yo estará este paraguas.
Él no dijo nada, hizo ademán de arrebatárselo pero se contuvo quedándose quieto y mirando al suelo.
La joven se agachó a recoger el paraguas y se adueñó de uno de los cuadernos de dibujo, le miró desafiante y le dijo:
-Éste es mío, y, lo que hay dentro también.-le dijo apuntándole con el paraguas cerrado.
Martín la vio marcharse de su habitación, todavía sujetaba con una mano la prenda íntima que luego arrojó con violencia en cualquier parte, se sentó sobre la cama y comenzó a abrir todos los cuadernos uno a uno hasta encontrar las manos que sujetaban ese paraguas que acababa de marcharse con Alma, las miró y con la punta de sus dedos acarició los trazados perfectos de dos manos en el papel.

martes, 11 de octubre de 2011

Trabajo en Taller de Narrativa



Sí, ya lo sabéis por Ana del Blog 'Certificado de Existencias', estoy haciendo un taller de Narrativa junto con ella y con Chelo. Cuando nos conocimos hablamos de nuestro interés por hacer este tipo de talleres. Y ahora, ya nos ha tocado. Debíamos escribir un pequeño relato de algún objeto que tuviéramos en casa, y las indicaciones eran que, no querían la verdad sino la veracidad de lo que le contáramos. Fijaros, cuando marchaba a mi casa después de despedir a Ana, estuve pensando en algo que pesara poco para llevar al taller y entonces me llegó la idea de una tapa de yogur, así que, estuve todo el fin de semana pensando en inventar una historia. Mientras llegaba la historia inventé otra alternativa. Y por fin, el domingo nada más levantarme surgió este micro relato.

" David dijo que me quería igual que una tapa de yogur al envase. Por eso, degustamos el amor a base de cucharadas de yogur natural azucarado. Después de la última, lamió hasta el fondo del envase y una vez acabado, me dejó la tapa."






Pienso que, el estado natural de las personas es el aprendizaje, y yo, todavía tengo que aprender mucho.